Pronunciada el 19 de junio del 2003, por el Lic.José Miguel Godos Curay,Director de la Escuela de Comunicación Social de la UNP.
Nos
parece un encomiable esfuerzo de la Municipalidad de Piura el
reconocer la tarea silenciosa y sin estridencias de aquellos hombres y
mujeres que se esfuerzan por la cultura. Este es un acto de gratitud
poco usual que nos compromete. Sobretodo cuando hemos aprendido en la
vida a ser esquivos con los panegíricos y los elogios. Pero acudimos
presurosos con espontánea e ilimitada generosidad por los merecimientos
intelectuales y humanos del maestro don Juan Manuel Antón y Galán quien
con su sapiencia y fina ironía nutre a cientos de estudiantes con su
ejemplo y sabiduría en el uso correcto del idioma. Pero quizás el
magisterio mayor en donde se solaza sin regodeos su espíritu es en la
penetración -con hondura psicológica- en nuestras tradiciones, creencias
y costumbres. En el folklore, en el alma del pueblo. Todo aquello que
se transmite de boca oreja le apasiona y le nutre.
Los pueblos
son sumamente ingeniosos para mantener vivos -con fresca lozanía- sus
recuerdos. La leyenda bien se ha definido como: “la respuesta al deseo
del hombre de ideales de conducta”. El mito es “revelación” de las cosas
del cosmos como una realidad que no cambia, que no tiene fin. Es el
mundo tal y como es y como será siempre. En el mito, todos los objetos
aparecen como seres creados, y el mundo tiene finalidad y sentido debido
a la divinidad de su creador. Este es el universo en el que se instala
don Juan Manuel Antón y Galán y que nos presenta en “Leyendas Piuranas”.
Don Juan Manuel, con memoria aguda y erudición, se expresa con esa
necesidad irresistible de hablar en voz alta y comunicar a los demás lo
que siente.
Tras el escritor se oculta el testigo presencial de
hechos y acontecimientos que habitan en el imaginario popular de esta
Piura de la que diría López Albújar “ tierra ubérrima, brava por su
despoblados siniestros, por sus arenas con reminiscencias del simoun y
silencios de pavura ; por sus lluvias tempestuosas y esporádicas, que
hoy parecen ausentarse y mañana irrumpen con ímpetu de diluvio, cortejos
de ruina desolación, por su sol flagelante aplanador, lujurioso y
febril..”
En estas Leyendas Piuranas aparecen: El médano blanco,
La misteriosa luz del chuchal, La pastora que quiso ser Coya, El pecado
de los primos, Los ojos del finadito, La Laguna de la María Dominga, El
remolino del diablo, Andanzas de la viuda negra, La casa de las piedras
voladoras, El caballo del diablo y La venganza del mondongo. Todas
ellas nos transportan a al imaginario provinciano de Sechura donde el
hipnótico desierto seduce, encanta y confunde. Ahí en donde se pierden
el cielo y los arenales surgen las viejas historias de los arrieros
preñadas de creencias, conjuros y hechizos. Luces misteriosas aparecen y
desaparecen junto al mítico carbunclo ave mítica de cabeza
incandescente. Fórmulas mágicas para exorcizar demonios y encantos.
Secretos que corren de boca en boca desafiando el tiempo. Leyendas de
la sierra de Huancabamba con bellezas arrobadoras sometidas al
sortilegio de la promesa y el surgimiento de las lagunas mágicas. Todo
un universo mágico similar al de Macondo de García Márquez; No escapa el
adulterio convertido en cruel tragedia.
Lecturas que nos
transportan a la María Dominga presente en el imaginario popular con
múltiples presencias pero de inolvidable belleza desplazándose por el
desierto con sus súbitas apariciones en festejos populares y en las
chacras perfumada de diamelas, robando el corazón de los hombres y
llenando de requiebros el ladrido de los perros y el canto de los
pájaros. ¿Quién no ha cruzado los dedos y rezondrado hasta el cansancio
para espantar al diablo?. ¿Quién no ha escuchado de boca de los abuelos
ver cabalgar al mismo demonio por las cabeceras de los pueblos?. El
diablo desaparece en Piura con la iluminación eléctrica. ¿Quién no ha
escuchado relatar con lujo de detalles las apariciones de la viuda
negra?. Fantasmagórica presencia que recorría las viejas extensiones de
Pachitea después de haber cumplido con el ritual cinematográfico de
victimar al infiel marido. Como si fuera poco historias de vagos
redomados que no dejan en tranquilidad a los chilalos y soñitas en sus
nidos. Finalmente algo que pertenece a la tradición paiteña la aparición
de Satanás en el Cerro Azul y el puntual recorrido al filo de la
madrugada del mondongo por el tradicional barrio porteño de La Punta.
Las
leyendas de don Juan Antón nos transportan al habla popular. A los
piuranismos de rica significación, a la toponimia a las formas de
expresión locales. Todas estas formas de expresión tienen una riqueza
lingüística extraordinaria. Como bien señal André Malraux los relatos
míticos surgen para dar cuenta de asuntos fundamentales y controvertidos
que se pierden en la noche de los tiempos pero que el al mismo tiempo
son apropiación de un colectivo social. En esta literatura late esencial
nuestra identidad. Por ello necesaria y patente. No es una literatura
que se detiene en lo pintoresco sino una aproximación curiosa y amena a
lo que somos en tanto cúmulo de emociones y creencias. Esta es una forma
de descubrir nuestra conciencia de lo local en un mundo contradictorio y
global. Es lo que nos hace distintos sin ánimo complaciente sino dueños
de un pasado por encima de la fragilidad de la memoria y el torpe gusto
embotado. Este es el mérito de don Juan Manuel Antón y Galán fiel a su
espíritu humanístico y a su vocación de maestro y escritor. La tradición
es una reverberación de la escritura y esplendor de la memoria. No es
la ficción sino el narrador amable que nos abre los ojos hacia los
tesoros de lo propio.
La tarea de don Juan Manuel Antón se
completa con el aporte de Jorge Moscol Urbina, de Lola Cruz de Acha y
ese acopio amoroso de piuranismos realizado por Martha Hildebrant, don
Esteban Puig y Edmundo Arámbulo Palacios. En poesía por Garcés Negrón,
Augusto Feijó y Elvira Castro de Quirós entre otros que dominan el
tópico regionalista. Es el tema que muchos eluden con alarde de
vanguardismo y modernidad ignorando que antes que la urbe fue la aldea,
la identidad que permite distinguir a un catacao de un sechurano, un
paiteño de un sullanero o un piurano de un morropano. Son identidades
propias, psicologías y creencias que soportan un análisis sobre el
carácter y las tradiciones locales. Psicología plena de sonrisa y burla
en algunos casos y de agresividad en otros.
Cultura
entrelazada con los valores mismos de la tradición local. Son las
fuentes orales y testimoniales hablando a plena luz del día o en la
noche poblada de sueños Es el diálogo ameno en los chicheríos, el
relato de las abuelas. Mitos, leyendas, espantos y territorios en donde
habita la creencia y que brota como un credo inagotable en las fuerzas
ancestrales de la tierra, en la fuerza de la alegría y en la fecundidad
creadora de la provincia.
Otras de sus obras son “Lecturas
Selectas” editada en el Festival del Libro Sanmiguelino. Otras son
“Daños”, “ El Churuco”, “Relatos Piuranos”, “ Apuntes Folclóricos”, “El
acento y sus leyes”, “Antónimos, Sinónimos y Percentil” “ Cosas del
Idioma”, “ Diálogo de Lengua”, “Apostillas Gramaticales”, Ortografía y “
Personajes de San Miguel”
Don Juan Antón y Galán es un humanista
en el sentido estricto de la palabra. Humanista como postulaba Erasmo
de Rotterdam. Unidad de vida y obra. Dedicación con genuino “eros
pedagógico” a la enseñanza y al cultivo de las letras. Tuve el
privilegio mayor de conocerlo en la Dirección de Correo cuando debutaba
como redactor y posteriormente como Director del matutino. Hoy me
congratulo de compartir su transparente amistad en la Universidad
Nacional de Piura donde anima “con la camiseta puesta en la UNP” los
estudios de lingüística, vocaciones y provocaciones literarias tal como
lo testimonian sus alumnos.
Don Juan dejó profunda huella en el
Centenario San Miguel y en las páginas de La Industria, Correo y Época
en donde escribe con vocación erudita sobre el uso correcto de la lengua
o sobre tópicos de nuestra mitología y tradición. Don Juan derriba en
sus alumnos el temor a los diccionarios y lexicones.
Esta noche
es también entrañable porque reúne a quienes de alguna forma u otra
están vinculados a Don Juan Manuel Antón y Galán por los vínculos de la
amistad y el afecto. De él podemos decir que nació en Vice antiguo
pueblo - hoy distrito de la provincia de Sechura- un 12 de junio de
1928. Vice de sus orígenes está vinculado al defensor de los derechos
territoriales de Sechura y Alcalde comunero Don Sergio Vice
contemporáneo en la historia con Túpac Amarú y en el espacio y tiempo
histórico con el Ilustrado Obispo Don Baltasar Jaime Martínez de
Compañon.
La riqueza de Vice no se explica sino en el
conocimiento profundo de su conformación geológica que nos transporta a
los sedimentos de los viejos lechos marinos y al petróleo y gas que se
guarda en sus entrañas. Otro aspecto importante en la vida del pueblo
Vice son esos largos períodos de intermitente sequía y abundancia de
aguas. El Niño cruza transversalmente los patrones de asentamiento
humano y también las variadas formas de vida del poblador.
Vice,
el lar de don Juan, es la capital del Manglar y este no es un hecho
gratuito porque se trata de una apuesta por la vida. Los humedales de
Vice tienen una enorme potencialidad porque son la contraparte
beneficiosa de los eventos El Niño que se han venido registrando en el
norte del país. En Vice son personajes cotidianos, sus hombres y
mujeres, dedicados a la agricultura y a la pesca. Vice tiene fama
antañona por sus textilerías expresada en coloridas alforjas y
bordados.
Vice es razón suficiente para quien se nutre desde
los pechos de la historia, tradición e identidad. Bien decían los
retóricos latinos que nadie ama lo que no conoce. He aprendido a admirar
en Don Juan Antón ese amor por la sabia expresión del pueblo. Amor
alegre y sonoro en las expresiones festivas y exultantes de las
festividades religiosas. Amor que recrea el mundo aproximándose a la
mentalidad popular a la visión micro-histórica del terruño sin el que no
es posible proyectarnos a la vida nacional. Esto literaria y
analógicamente es poesía la identidad perfecta entre la palabra y
aquello que nombra, la fidelidad erasmiana a las fuentes de la cultura
de la que es vivo testimonio el maestro Juan Antón y Galán a quien
rendimos homenaje de gratitud esta noche piurana.
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